Una cámara muestra lo que una anciana de 98 años hace con su tiempo. El mundo llora con la verdad

Esta hermosa mujer mayor es Mary Tony y tiene 98 años de edad. Vive sola en una pequeña casa y trata desesperadamente de pasar el tiempo. Es un día de un cálido verano, las hojas verdes soplan con el viento, los pájaros cantan, y los vecinos charlan en sus terrazas. Pero María se ha quedado en su casa.

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Todos los días, un pequeño autobús se detiene ante la puerta de Mary y lleva a la amable mujer hasta el centro de ancianos local. Allí se puede olvidar de su deprimente y monótona vida durante unas horas. Pero, en esta ocasión su visita es diferente porque hay un equipo de cámaras en el lugar. Cuando las cámaras filman a Mary, ella sonríe tímidamente.

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En el centro, tratan de hacer todo para que los jubilados pasen buenos momentos. «Espero que si se van a su casa y al día siguiente ya no vienen porque ya no están con nosotros, que su último día haya estado lleno de alegría«, dice un empleado del centro de ancianos. Cuando el equipo de la cámara le pregunta por qué ella considera que su trabajo es tan importante, simplemente responde: «Porque todavía están vivos. No son diferentes de cuando eran más jóvenes«.

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Cuando el autobús recoge a las personas mayores para su vuelta a casa, uno puede ver la tristeza en los ojos de Mary. En casa, ella está sola. Pero el equipo de cámaras va más allá y quiere saber exactamente lo que hace Mary cuando llega a su casa. «¿Que debería hacer? ¿Dónde puedo ir? Estoy sola. No puedo ver. No puedo escuchar. No puedo vivir con mis sobrinas, que tienen sus propias familias«, dice triste y resignada. El centro de la tercera edad es una luz en su vida aburrida: «Apenas puedo esperar a la siguiente mañana para poder ir de nuevo. Me gusta mucho estar allí. Pero no hay nadie allí el sábado y el domingo«.

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Esos dos días se le hacen interminablemente largos: «Recojo folletos publicitarios y arranco las páginas en tiras. Corto las tiras en trozos pequeños y las echo en una bolsa y luego a la basura «, dice con una voz quebrada y ronca. «Tengo que hacer algo, de lo contrario me volveré loca.»

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Cuando los empleados del centro de la tercera edad la visitan y descubre cómo Mary pasa sus fines de semana, los lleva a las lágrimas: «Nunca había pensado en ello. Cuando se van regreso a mi propia vida, no pensaba en lo que hacen cuando están solos«. Pero para Mary, la soledad no es excusa para hundirse en la autocompasión, ella comenta: » ¿Cuántos ancianos de 98 años todavía puede caminar por su cuenta? Yo puedo. Y quiero hacerlo durante todo el tiempo que pueda.»

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Después los visitantes se van. «Te quiero por venir. Has hecho que mi día merezca la pena. Y nunca lo olvidaré«, dice Mary mientras traga saliva, visiblemente emocionada por la atención que, finalmente, han tenido con ella.

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Para Mary, la atención, los abrazos y los besos que ella recibe valen más que cualquier otra cosa. Ella sabe que no está sola y que siempre hay gente que la quiere y cuidan de ella.

El vídeo completo se puede ver a continuación:

Junk Mail from Voyager on Vimeo.

Comparta esta emotiva historia de Mary con todo el mundo que usted conozca, nadie debe olvidarlos porque son ancianos…


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