[sc:creditos url=»https://girlsoloinarabia.typepad.com/girl_solo_in_arabia/2013/10/» enlace=»Girl solo in Arabia» ]
Tamerlán (también conocido como Timur, Temür o Tamorlán), fue uno de los carniceros más brutales de la historia, murió el 18 de febrero 1405.
En enero de ese año, el Azote de Dios se resfrió. Tendría entonces unos setenta años, había salido con un ejército de 200.000 soldados de Samarcanda, su capital, para tratar con el Imperio chino, situado a 4.800 kilómetros de distancia. Fue un invierno extremadamente frío, con el país bajo la nieve y los ríos congelados, el ejército se detuvo en Otrar en lo que hoy es Kazajstán. Los esfuerzos de los médicos por curar a su amo, que incluyó envolverlo en hielo para que le bajara la fiebre, fallaron y se hizo evidente que se estaba muriendo. La hora le llegaba, rodeado de sus mujeres y de altos mandos, con voz débil, casi inaudible hizo un elocuente discurso, diciéndoles que no lloraran por él, pero que rezaran a Dios para que tuviera misericordia de él.
Estatua de Amir Temur (Tamerlán) en Taskent (Uzbekistán)
[sc:creditos url=»https://thesholkroadadventures.blogspot.com.es/2014/06/travels-through-uzbekistan.html» enlace=»The Sholk Road Adventures» ]
Murió sobre las ocho de la noche, mientras los helados vientos aullaban alrededor del palacio y las tiendas de su ejército. La expedición a china fue abandonada y el cuerpo fue llevado de nuevo a Samarcanda para ser enterrado bajo la cúpula del mausoleo Gur Emir en un ataúd de acero bajo una losa de jade negro de dos metros de largo, que era entonces el mayor trozo de esta piedra en el mundo . Una inscripción dice: «Este es el lugar de descanso del ilustre y misericordioso monarca, el sultán más grande, el más poderoso guerrero, Señor Timur, conquistador del mundo«.
Shakhrisabz (Uzbekistán), hogar de Tamerlán
[sc:creditos url=»https://select-a-tour.com/silk-road-private-train-almaty-ashgabat/» enlace=»Select a tour» ]
En Europa el nombre Timur iLeng, Timur el Cojo, se convirtió en Tamerlán. Su último biógrafo, Justin Marozzi, dice: «hubo millones que sacrificados: enterrados vivos, emparedados en paredes, masacrados en el campo de batalla, cortados en dos por la cintura, pisoteados por caballos, decapitados, ahorcados«. Hoy habríamos tenido una opinión diferente de él. De ascendencia mongola de lo que hoy es Uzbekistán, comenzó como un simple ladrón de ovejas, fue herido en una escaramuza que lo dejó cojo de la pierna derecha y era incapaz de levantar su brazo derecho. En 1941 su tumba fue abierta por un arqueólogo soviético, Mikhail Gerasimov, quien confirmó las lesiones.
Tumba de Tamerlán
[sc:creditos-sin-url texto=»Wikipedia» ]
Tras la creación de una fuerza de varios cientos de jinetes, Timur entró en servicio de un caudillo mongol invasor, se apoderó de Samarcanda, tomó a la mujer descendiente de Genghis Khan y comenzó una carrera asombrosa de conquista hasta que gobernó desde Damasco a Delhi. Sus ejércitos eficientemente organizadas cubrían inmensas distancias. Destruyó la Horda de Oro, conquistó Persia y Mesopotamia, invadió Rusia, Georgia, India, Siria y Turquía. Miles de mujeres fueron llevadas como esclavas. En Bagdad puso a sus 90.000 habitantes a construir torres de craneos de decapitados. En Sivas, Turquía, prometió que si se rendían no habría derramamiento de sangre, y enterró vivos a 3.000 presos, mientras por carta se señalaba que había mantenido su juramento. Sus atrocidades estaban destinados a sembrar el terror en los corazones de sus enemigos y opositores. Las ciudades se rendían rápidamente para evitar saqueos. Él era musulmán y justificó sus campañas contra los cristianos y los hindúes para difundir la fe verdadera, mientras que cuando atacaba y asesinaba a compañeros musulmanes, como hizo con mucha frecuencia, siempre eran descritos como «malos musulmanes». Timur era un mecenas del arte y el aprendizaje y convirtió Samarcanda en una ciudad exquisitamente bella. Su imperio, nunca fue más que la expresión de su dominio personal y no sobrevivió a su muerte.
