Dicen que hay millones de maneras de morir, y yo siempre pensé que es interesante cómo experimentamos diferentes grados de preocupación por una misma situación. Por ejemplo, conozco a un montón de personas que están aterrorizadas de volar en avión por temor a un accidente. Pero esas mismas personas son felices de ir en coche en cualquier momento, a pesar de que la probabilidad estadística de perecer en un accidente de coche es significativamente mayor. No estoy seguro de si es porque las personas sienten que tienen más el control de lo que sucede a su alrededor estando en el suelo, pero hay algo que les hace sentirse mejor que estar en el aire.
Con tantas formas de conocer a tu creador antes de hora, no es de extrañar que una gran parte de la innovación humana se haya dedicado a tratar de hacer las cosas más seguras de usar y minimizar el riesgo de pérdida de vidas. Esta necesidad de seguridad nos ha llevado a crear cosas como cinturones de seguridad, airbags, paracaídas, puertas a prueba de niños y muchas más cosas. Recientemente me sorprendió, enterarme que había otro tipo de innovación que había estado escondida delante de mis narices desde hacía años.
Estoy seguro de que todos estamos familiarizados con el bolígrafo Bic. Son baratos y relativamente fiables. Estos bolígrafos son un elemento básico para millones de personas en escuelas, colegios, oficinas y hogares de todo el mundo. No son los mejores bolígrafos de la historia, pero hacen su trabajo muy bien.
El bolígrafo Bic Cristal fue desarrollado en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial en Francia por Marcel Bich y Edouard Bouffard, inspirado en un bolígrafo de Argentina. El nombre de la empresa fue finalmente acortado de «Bich» a «Bic» con el fin de ser más fácilmente recordable y adaptable. El bolígrafo Bic, barato y desechable revolucionó los mercados de todo el mundo.
Pero si eres como yo, tras un tiempo de uso al final acabas «masticando» los tapones y los bolígrafos quedan así:
Por desgracia, masticar los tapones de los bolígrafos no es siempre seguro. Pueden ser ingeridos accidentalmente y, una vez ingeridos, pueden causar asfixia. Se estima que alrededor de 100 personas mueren cada año debido a que se han tragado accidentalmente tapones de bolígrafos.
Por cierto, la foto de arriba muestra el gesto universal de «¡me ahogo!». No importa dónde se encuentre, si usted se está ahogando, pondrá las manos en la zona del cuello indicando su estado de emergencia. Símbolos universales como este pueden ayudar a salvar vidas, a pesar de las barreras del idioma.
La asfixia se produce cuando un objeto extraño o un pedazo de comida viaja accidentalmente por el camino equivocado y entra en la tráquea en lugar de en el estómago. Este objeto o pedazo obstruye las vías aéreas, lo que hace que la víctima no pueda respirar.
Con el fin de minimizar el riesgo de asfixia, a la gente de Bic se les ocurrió una idea muy inteligente: empezaron a poner agujeros en los tapones de los bolígrafos.
El agujero es pequeño para no interferir con el funcionamiento del propio bolígrafo, pero lo suficientemente grande como para permitir que el aire se desplace a través de él en caso de ingestión accidental. Eso ayudaría a que la víctima reciba suficiente aire como para mantenerse con vida hasta que puedan retirarle el tapón.