Australia anunció la semana del 18 de julio (2015) que iba a matar a 2 millones de gatos salvajes hasta 2020 en un esfuerzo por salvar la vida salvaje nativa. «No odiamos a los gatos«, dijo Gregory Andrews, comisionado para el tratamiento de especies del Departamento de Medio Ambiente, a News24 de Australia. «Simplemente no podemos tolerar el daño que están haciendo a nuestra fauna«.
La noticia tiene a los amantes de los gatos en pie de guerra – pero, por desgracia, la razón tras el anuncio también es molesta para muchos defensores de los animales.
El ecosistema aislado de Australia tiene un delicado equilibrio. Los 20-30 millones de gatos salvajes que vagan por el país, y que se introdujeron en el continente en los últimos siglos, han causado estragos en las especies nativas.
Los gatos salvajes, que pueden crecer hasta tres veces el tamaño de un gato casero típico, matan hasta 75 millones de animales nativos cada noche.
Y el daño se está convirtiendo en permanente. Los gatos ya han llevado a un mínimo de 27 especies de mamíferos a la extinción y están amenazando a 120 más – un tercio de los mamíferos, aves, reptiles y anfibios, nativos de Australia están amenazados.
Desafortunadamente, los gatos se enfrentan a muertes desagradables. Australia usará una variedad de soluciones para acabar con los gatos – así como con los zorros no nativos – incluyendo trampas envenenadas y perros rastreadores entrenados.
El sacrificio planeado es parte de la Estrategia de Especies Amenazadas, un enfoque múltiple destinado a preservar la vida salvaje nativa y elevar las peligrosamente bajas poblaciones de 10 especies de mamíferos y 10 especies de aves.
«Australia es un país rico en plantas y animales únicos«, dice el sitio web de la comisión. «Son fundamentales para nuestra identidad, son importantes para la cultura de los pueblos indígenas, importantes para la salud de nuestro medio ambiente y un factor importante que contribuye en nuestra economía. Nuestras plantas y animales característicos son un regalo y debemos protegerlos«.
La situación es un doloroso recordatorio de que la introducción de especies invasoras sólo terminan perjudicando a los recién llegados, así como a las especies nativas.
Es también un recordatorio a los dueños de gatos para esterilizarlos y castrarlos siempre.
