Estudios demuestran que el mejor amigo del hombre puede detectar el cáncer con una precisión sorprendente. Los investigadores esperan que algún día puedan desarrollar una «nariz electrónica» que pueda imitar la sensibilidad de las extraordinarias narices de los perros.
De acuerdo con los estudios en curso un perro labrador podría ser igual de eficaz en la detección del cáncer como un laboratorio. En estos estudios ponen a prueba las habilidades de los perros para detectar el cáncer en pacientes.
En esos estudios se llegó a la conclusión de que los perros entrenados eran capaces de detectar el cáncer de próstata en la orina con un 98 por ciento de exactitud.
Dos perras de la raza alemán de 3 años de edad, fueron entrenadas en el Centro veterinario animal del Ministerio de Defensa italiano utilizando el refuerzo positivo para reconocer compuestos orgánicos volátiles específicos del cáncer de próstata.
Las perros analizaron más de 400 muestras de orina. Una de ellas detectó el cáncer de próstata con un 100% de exactitud, mientras que la segunda tuvo un 98,6% de exactitud.
Sin embargo, el cáncer de próstata no es el único tipo de cáncer que los perros «huelen» con éxito.
Los mejores amigos del hombre también han demostrado que sus narices pueden detectar el cáncer de mama, ovario, colon, vejiga, piel y pulmón, simplemente oliendo muestras de aliento.
El cáncer hace que el cuerpo libere ciertos compuestos orgánicos que los perros son capaces de oler pero la gente no puede, los científicos esperan que la investigación del fenómeno les ayude a desarrollar algún día una «nariz electrónica» que pueda detectar el cáncer como la nariz de los perros.
Con 220 millones de células olfativas en sus hocicos -en comparación con las 50 millones de una nariz humana- se estima que las sensibilidad olfativa de un perro es hasta un millón de veces superior a la nuestra.
Además de los estudios científicos, también hay evidencias anecdóticas de que los perros pueden detectar el cáncer.
Numerosos propietarios de perros cuentan historias de que sus mascotas persistentemente olían o empujaban cierta parte de su cuerpo que más tarde se confirmaba que albergaba un tumor.
Tal fue el caso de Maureen Burns, cuyo collie de 9 años llamado Max, comenzó un día a actuar extrañamente. Su perro insistentemente olfateaba su pecho y después se echaba hacia atrás mientras ponía una «mirada triste en sus ojos«.
Maureen tenía un pequeño bulto en el pecho, pero su mamografía había dado negativo respecto a un posible tumor maligno. El peculiar comportamiento de Max continuó, y Maureen volvió al médico y pidió una biopsia.
Los médicos se sorprendieron al comprobar que el tumor era canceroso.