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En 1939, la gente pagaba por mirar boquiabiertos a estos bebés. ¿Por qué? SORPRENDENTE

En 1939, la gente pagaba por mirar boquiabiertos a estos bebés. ¿Por qué? SORPRENDENTE

Incluso hoy en día, con todos los avances que hemos hecho en tecnología médica, los bebés que nacen prematuramente pasan por un momento difícil, y muchos de ellos tienen graves problemas de salud que superar antes de que puedan comenzar a llevar una vida normal.

Los que nacen antes de los típicos nueve meses de gestación, son bebés prematuros sorprendentemente pequeños y delicados. ¡Casi no parecen de verdad!

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Pero sus padres saben lo preciosos que son, y aunque tienen un comienzo difícil en la vida, muchos de ellos tienen la suerte de crecer y prosperar.

Sin embargo, si hubieras vivido a principios del siglo pasado y hubieras sido un bebé prematuro no habrías sido tan afortunado.

Entre las décadas de los años 20, 30 y 40 del Siglo XX (años 1920 a 1940), no había herramientas como las que tenemos hoy en día, y muchos, si no la mayoría de bebés prematuros morían porque eran demasiado débiles. Los hospitales simplemente decían a los padres que aceptaran la inevitable muerte de su hijo.

Sin embargo, para los bebés prematuros nacidos en la ciudad de Nueva York, hubo un atisbo de esperanza que finalmente cambiaría para siempre la atención neonatal, y permitió que los bebés más pequeños tuvieran una oportunidad de luchar. No fue una universidad o un laboratorio, fue algo un poco… «friqui».

Sigue leyendo para ver cómo un benévolo médico con un enfoque extraño y una famosa atracción se unieron para cambiar la historia médica.

Durante los años comprendidos entre 1920 hasta 1949, si el bebé de una familia nacía prematuramente, tenían una opción inusual para ayudar a la supervivencia de su bebé: Coney Island, en la ciudad de Nueva York, conocida por sus paseos, atracciones y espectáculos.

Ahora, pensar en un bebé prematuro participando en un espectáculo puede asombrarte e inquietarte, pero eso era entonces algo diferente. Y se salvaron muchas, muchas vidas.

En Coney Island, un médico llamado Dr. Martin Couney había establecido su propio espectáculo, donde la atracción eran diminutos bebés prematuros.

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Los bebés se quedaban en incubadoras de su propio diseño, y eran atendidos por personal de enfermería.

El Dr. Couney había viajado a muchas ciudades mostrando sus incubadoras, sobre todo en ferias y convenciones, e insistía en que ellas eran la manera de salvar la vida de estos pequeños bebés.

Su espectáculo de pequeños lactantes se instaló de forma permanente en Coney Island, donde los visitantes pagan 25 centavos por mirar a estos imposiblemente pequeños humanos. ¡Algunas personas no creían que fueran reales!

Mira de cerca el lado derecho de la foto anterior, y verás un cartel anunciando los bebés.

Todos los beneficios fueron para la atención médica y la alimentación de los bebés. Los padres de los bebés no tuvieron ningún gasto, y eran, por supuesto, libres de visitarlos en cualquier momento.

Los bebés vivían en incubadoras similares a ésta, que se utilizó en una exposición de 1909. Su diseño se inspiró en las incubadoras de aves de corral, y por eso se les conocía como «niños de criadero».

Gracias al cuidado del Dr. Couney y las enfermeras, los bebés crecían y prosperaban, y pronto estuvieron lo suficientemente estables como para vivir fuera de las incubadoras.

El Dr. Couney llevó a cabo con frecuencia eventos de «graduación» para los bebés que superaban sus incubadoras y volvían a casa.

Estas enfermeras muestran algunos bebés «graduados» en la Feria Mundial de 1939 en Nueva York. La enfermera del centro es la hija del doctor Couney.

Muchos de los niños a los que el Dr. Couney había ayudado a sobrevivir volverían años más tarde a su encuentro.

Una mujer que se «graduó» fue Lucille Horn, que hoy tiene 94 años.

Sólo peso 900 gramos al nacer y pasó seis meses en una incubadora de Coney Island. Cuando volvió, se encontró con el Dr. Couney, así como con un joven padre preocupado por su propio bebé prematuro.

De acuerdo con Lucille, el Dr. Couney le dijo al padre: «Es uno de nuestros bebés. Y así es como su bebé va a crecer«.

Sin embargo, debido a que operaba en ferias y espectáculos, muchos hospitales sospechaban de sus prácticas.

Pero el Dr. Couney mantuvo sus prácticas – y a los bebés. Algunas personas temían que haber nacido prematuros haría que llegasen a ser adultos «anormales», pero el Dr. Couney insistía en que serían como cualquier otra persona.

También creía que todos los bebés, independientemente de su etnia o situación económica, eran merecedores de atención.

En todos los años de su exhibición, entre 6.500 y 8.000 bebés prematuros sobrevivieron y crecieron sanos.

A partir de 1939, las incubadoras comenzaron a ser aceptadas por la medicina convencional, y comenzaron a aparecer en más y más hospitales.

En 1943, las incubadoras eran un elemento básico en los hospitales, el Dr. Couney cerró su exhibición y declaró que su trabajo había finalizado.

Hoy en día, los bebés prematuros tienen una probabilidad mucho mayor de supervivencia de la que tenían en el pasado, y las nuevas tecnologías se desarrollan y mejoran cada día.

Y pensar que todo comenzó con una atracción de feria hace muchos años.

¡COMPARTE la increíble historia de la incubadora con tus amigos, y muéstrales que a veces los grandes avances llegan a través de las rutas más extrañas!

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